Foto de Archivo
Ángel Rodríguez Álvarez
Corría el mes de agosto de 1958 y en Regla el Movimiento 26 de Julio
realizaba numerosas acciones como el ajusticiamiento de personeros del
régimen y el secuestro, el día cinco, de la imagen de la Virgen de
Regla, lo cual impidió la celebración de las tradicionales fiestas y la
procesión.
Por aquellas jornadas habían llegado a La Habana dos
mensajeras de la Sierra Maestra, primero Lydia Doce Sánchez, y más
tarde, el nueve de septiembre, Clodomira Acosta Ferrales, quienes venian
a cumplir delicadas misiones dadas por el Comandante en Jefe Fidel
Castro.
Lydia y Clodomira se hospedaron en un apartamento de la
calle Rita número 271 en el reparto Juanelo, en San Miguel del Padrón,
donde se encontraban escondidos Alberto Álvarez Díaz, jefe del
Movimiento en Regla, Reinaldo Cruz Romero, Leonardo Valdés Suárez y
Onelio Dampiel Rodríguez.
En la noche del 11 fueron detenidos,
entre otros, Gilberto Soliguera de la Rúa y José A. Piñón Veguilla,
(Popeye). Gilberto fue asesinado en presencia de Popeye, el que,
desmoralizado, delató el lugar donde se refugiaba el grupo de
combatientes.
Vecinos del lugar cuentan que los esbirros tocaron
con fuerza a la puerta del apartamento 11, y Popeye se identificó. Al
abrir irrumpieron como bestias rabiosas. Durante más de una hora se
sentían quejidos por las horribles torturas a que eran sometidos. A dos
de los revolucionarios los lanzaron desde el primer piso a la acera, a
los otros dos los arrastraron amarrados por las escaleras.
Lydia y
Clodomira se fajaron a golpes con ellos. Las arrastraron escaleras
abajo, las montaron en una perseguidora y se las llevaron vivas. Los
esbirros eran: el célebre Ramón Calviño, José Sánchez Ramirez, Eladio
Caro y José Luis Alfaro, que estaban bajo las órdenes del coronel
Esteban Ventura.
Lydia y Clodomira tuvieron un largo peregrinar
de una estación de policía en otra. Ventura se puso furioso al ver el
estado en que se encontraban. El coronel Emilio Laurent, el día 14, se
las pidió a Ventura y éste, al ver que no habían hablado, en la
madrugada del 15, ya moribundas, las metió en una lancha en La Puntilla,
al fondo del castillo de La Chorrera, y en sacos con piedras las
sumergieron y las sacaron del agua muchas veces sin resultado alguno,
hasta que el propio Laurent las soltó en el mar.
Clodomira,
humilde campesina de la Sierra Maestra, se incorporó al Ejército Rebelde
en junio de 1957. Como mensajera de Fidel, no sólo se trasladó muchas
veces a La Habana, sino a la Sierra del Escambray para averiguar todo lo
relacionado con el acontecer del movimiento revolucionario en la
región.
Lydia, natural del poblado oriental de Velasco, Holguín,
se sumó a la lucha en San Pablo de Yao, donde conoció al comandante
Ernesto Guevara durante un ataque relámpago dirigido por él a ese
poblado.
La fidelidad de ambas a la Revolución las llevó a
ofrendar sus vidas sin delatar un nombre ni una dirección que pusiera en
peligro la vida de sus compañeros, ni tampoco los planes del movimiento
revolucionario, lo cual las convirtió, sin dudas, en admirables
heroínas del silencio.
Unidas por un mismo ideal revolucionario y
por el cumplimiento de idénticas misiones, había entre ellas, sin
embargo, una considerable diferencia de edades. Lydia, al morir, tenía
45 años. Clodomira contaba solo 21.
Dejaron recuerdos imborrables
en sus compatriotas de lucha, que describen a Lydia como una mujer de
temperamento muy alegre, gruesa, de estatura media, que vestía con buen
gusto y se expresaba con fluidez y corrección; y a Clodomira como una
joven campesina de pocas palabras, pero de pensamiento agudo, que
parecía mayor de lo que era, mestiza de pelo lacio, tipo india.
Al
referirse a ellas, Fidel dijo: “ Mujeres heroicas…Clodomira era una
joven humilde de una inteligencia y valentía a toda prueba, junto a
Lydia torturada y asesinada, pero sin que revelaran un solo secreto ni
dijeran una palabra al enemigo".
Tomado de AIN
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