La Habana, 20 sep (PL) El planteamiento de la necesidad de terminar con la suerte de III Guerra Mundial por etapas que vive el mundo, hecho por el papa Francisco en su primer discurso en Cuba va al encuentro de claros anhelos de la Humanidad en estos momentos.(PLRadio)
El Obispo de Roma fue recibido con sinceras expresiones de afecto y
respeto por el pueblo cubano patentes tanto en las palabras del
presidente, Raúl Castro, como en el recorrido de 18 kilómetros desde el
aeropuerto hasta la sede de la Nunciatura en esta capital.
Los
cubanos, enfrascados desde hace décadas en una batalla para defender sus
derechos a la independencia y soberanía, alcanzados y mantenidos con
singular resistencia, comprenden bien el significado de esa mención del
Sumo Pontífice a la crítica situación que vive el planeta en estos
momentos.
Ese enunciado del Papa puede recoger, por ejemplo, el
rechazo a las imposiciones en el caso cubano del mayor poder económico y
militar del mundo, presente en el bloqueo sufrido desde 1962 con los
consiguientes daños a su esfuerzo por el desarrollo y a los derechos
alcanzados tras el triunfo revolucionario de 1959.
Estampas de
ese conflicto mundial condenado por el Papa son las sangrientas
intervenciones militares de las potencias occidentales en países de
Africa y el Medio Oriente que hoy provocan una marea interminable de
emigrantes huyendo de los bombardeos, la guerra y el caos.
También lo constituye, especialmente, la nueva arremetida de Israel
contra el pueblo palestino convirtiendo en un verdadero infierno de
dolor y muerte el reducido espacio de la Franja de Gaza a pesar de la
condena mundial a tal genocidio.
No dejan de formar parte de la
guerra por etapas las acciones de la derecha internacional, apoyada en
los recursos de las grandes multinacionales y en los halcones de las
potencias mundiales dirigidas contra gobiernos legítimamente
constituidos, como sucede en el caso de Venezuela.
También la
integran los repetidos intentos de los llamados fondos buitres para usar
su poderío económico en busca de la desestabilización de gobiernos y
sociedades con ejemplo palpable en Argentina.
No dejan de tener
presencia en ese conflicto mencionado por el Papa en su discurso las
grandes multinacionales de la información que ponen al servicio de la
distribución de falsas verdades todo su poderío económico e inundan las
sociedades de los países subdesarrollados con materiales y consignas
bendiciendo al capitalismo salvaje.
Todas esas realidades pueden
encuadrarse en el difícil panorama vivido actualmente por esa III
Guerra Mundial por etapas condenada desde Cuba por el Papa y la cual,
como él mismo dijera, es necesario terminar.
mem/jrr
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