Jorge Wejebe Cobo | Foto: Rodolfo Blanco Cué/ Archivo Uno de los primeros homenajes a Ignacio Agramonte en los Potreros de Jimaguayú, donde cayó el 11 de mayo de 1873, lo realizó Máximo Gómez, quien con sus tropas visitó la zona un año después y ordenó a cada combatiente que depositara una piedra para marcar el lugar. |
La otra evocación a su compañero de armas, de quien dijo en julio de 1873 que estaba llamado a ser el “futuro Sucre cubano”, ocurrió en 1895, al determinar a los Potreros de Jimaguayú como sede de la reunión para elaborar la Constitución de igual nombre.
El encuentro para
establecer ese importante documento en los días comprendidos del 13 y 16
de septiembre de 1895, cerró en gran medida las contradicciones entre
civiles y militares que había dejado inconclusa la Carta Magna de
Guáimaro en 1869, durante la Guerra Grande.
La anterior
organización legal depositó en la Cámara de Representantes toda la
autoridad cuando todavía no existía prácticamente un territorio estable
liberado para establecer un gobierno, lo cual trajo serias
contradicciones del gobierno con el mando militar revolucionario que
conducía los combates.
Esa nueva carta magna regiría en Cuba
durante dos años, y estableció un gobierno centralizado como lo había
planteado su antecesora de Guáimaro, pero a diferencia de ésta, unía en
un sólo organismo los poderes legislativo y ejecutivo, lo cual hacía más
viable y objetiva la organización republicana de las fuerzas
revolucionarias.
Un Consejo de Gobierno sería encabezado por un
presidente, y dictaría las disposiciones relativas a la vida civil y
política de la Revolución, encabezado por Salvador Cisneros Betancourt, y
solo intervendría en la dirección de las operaciones militares cuando
fuera absolutamente necesario a los fines políticos.
Además, Máximo Gómez fue designado General en Jefe del Ejército Libertador Cubano y Antonio Maceo, Lugarteniente General.
El Consejo de Gobierno realizó una extensa y fructífera obra
legislativa para establecer el poder revolucionario y regular la vida
civil y los servicios públicos del territorio denominado Cuba Libre, e
inclusive garantizó tener representación internacional y logró el
reconocimiento de gobiernos extranjeros; así como que se conociera la
epopeya de los cubanos en el mundo.
En Jimaguayú se cumplieron
los planes de José Martí en cuanto a dar nueva forma jurídica y
política a la Revolución que se iniciaba con la Guerra Necesaria,
aunque su prematura muerte impidió que presidiera la nueva República
como era la voluntad de la inmensa mayoría de todos los patriotas
cubanos.
El texto original de esa carta magna se conserva en el
Archivo Nacional y este lunes 14 de septiembre, esa institución recibirá
el Certificado de inscripción de la Constitución de Jimaguayú en el
Registro Nacional del Programa Memoria del Mundo de la UNESCO.
Ese
Programa surgió con el propósito de proporcionar el acceso universal al
patrimonio documental, lo cual reviste gran importancia.
Tomado de AIN
Tomado de AIN
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