segunda-feira, 14 de setembro de 2015

Aniversario 120 de la Constitución de Jimaguayú


Jorge Wejebe Cobo | Foto: Rodolfo Blanco Cué/ Archivo 

Uno de los primeros homenajes a Ignacio Agramonte en los Potreros de Jimaguayú, donde cayó el 11 de mayo de 1873, lo realizó Máximo Gómez, quien con sus tropas visitó la zona  un año después y ordenó a cada combatiente que depositara una piedra para marcar el lugar.

La otra evocación a su compañero de armas, de quien dijo en julio de 1873 que estaba llamado a ser el “futuro Sucre cubano”, ocurrió en 1895, al determinar a los Potreros de Jimaguayú  como sede de la reunión para elaborar la Constitución de igual nombre.

El encuentro para  establecer ese importante documento en los días comprendidos del 13 y 16 de septiembre de 1895, cerró en gran medida las contradicciones entre civiles y militares que había dejado inconclusa la Carta Magna de Guáimaro  en 1869, durante la Guerra Grande.

La anterior organización legal  depositó en la Cámara de Representantes toda la autoridad cuando todavía no existía prácticamente un territorio estable liberado para establecer un gobierno, lo cual trajo serias contradicciones del gobierno con el mando militar revolucionario que conducía los combates.

Esa nueva carta magna regiría en Cuba durante dos años, y estableció un gobierno centralizado como lo había planteado su antecesora de Guáimaro, pero a diferencia de ésta, unía en un sólo organismo los poderes legislativo y ejecutivo, lo cual hacía más viable y objetiva la organización republicana de las fuerzas revolucionarias.

Un  Consejo de Gobierno sería encabezado por un presidente, y dictaría las disposiciones relativas a la vida civil y política de la Revolución, encabezado por Salvador Cisneros Betancourt, y solo intervendría en la dirección de las operaciones militares cuando fuera absolutamente necesario a los fines políticos.

Además, Máximo Gómez fue designado General en Jefe del Ejército Libertador Cubano y Antonio Maceo, Lugarteniente General.

 El Consejo de Gobierno realizó una extensa y fructífera obra legislativa para establecer el poder revolucionario y regular la vida civil y los servicios públicos del territorio denominado Cuba Libre, e inclusive garantizó tener representación internacional y logró el reconocimiento de gobiernos extranjeros; así como que se conociera la epopeya de los cubanos en el mundo.

En Jimaguayú  se cumplieron los planes de José Martí en cuanto a dar nueva  forma jurídica y  política a la Revolución que se iniciaba con la Guerra Necesaria,   aunque su prematura muerte  impidió que  presidiera la nueva República como era la voluntad de la inmensa  mayoría  de todos los patriotas cubanos.

El texto original de esa carta magna se conserva en el Archivo Nacional y este lunes 14 de septiembre, esa institución recibirá el Certificado de inscripción de la Constitución de Jimaguayú en el Registro Nacional del Programa Memoria del Mundo de la UNESCO.

Ese Programa surgió con el propósito de proporcionar el acceso universal al patrimonio documental, lo cual reviste gran importancia.

Tomado de AIN

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