Por Roberto Morejón
En la vasta galería de legendarios patriotas cubanos destaca por su
modestia, valor y fidelidad a la Revolución triunfante en 1959 el
guerrillero de la Sierra Maestra, devenido después dirigente, Camilo
Cienfuegos.
Los cubanos de más edad lo recuerdan por sus ardorosos discursos, el
contacto frecuente con las personas por más simples que fueran y su
lealtad al líder histórico de la Revolución Fidel Castro.
Sus méritos adquieren presencia inusitada cuando se cumple el
aniversario 55 de su desaparición física, al viajar en un avión tipo
Cessna de regreso a La Habana desde la centro oriental provincia de
Camagüey.
Siempre listo a desempeñar las misiones que le confiaran, Camilo Cienfuegos destacó por su valentía.
Cuentan que en el combate de Pino del Agua, en plena etapa
insurreccional contra la dictadura de Fulgencio Batista, Camilo
Cienfuegos fue herido, pero salió caminando y dirigió la retirada de sus
compañeros de lucha.
También evidenció su coraje en los combates de la Plata, el Uvero,
Pino del Agua y Mar Verde y al rendir con sus hombres la guarnición de
la central ciudad de Yaguajay, colmada de esbirros.
En el fragor de la lucha armada y en la calma en las condiciones
difíciles de la montaña se forjó una entrañable amistad entre Camilo
Cienfuegos y Ernesto Che Guevara.
El revolucionario cubano-argentino siempre se expresaba muy bien de
Camilo y este último solía bromear con el Guerrillero Heroico. Era al
único al que se lo admitía.
Camilo, como se le llama popularmente, había sido uno de los últimos
expedicionarios aceptados para subir a bordo del yate Granma que desde
México trajo a un puñado de jóvenes en 1956, con la encomienda de
iniciar el levantamiento para cambiar el destino de Cuba.
Al triunfo de la lucha armada cumplió diversas tareas y el 26 de
octubre de 1959 se dirigió por última vez a su pueblo en un discurso
memorable.
Queda en la historia como uno de los personajes clave de la entrada
de los barbudos guerrilleros a La Habana y el que encabezó la
neutralización de un conato contrarrevolucionario del traidor Hubert
Matos en Camagüey.
Igualmente se le evoca por convertirse en uno de los primeros en
combatir en el llano, por su quehacer en la victoria estratégica contra
la ofensiva del ejercito de Batista en 1958, y por encabezar la Columna
Antonio Maceo en la Invasión desde Oriente al Occidente de Cuba.
Camilo fue a quien se dirigió Fidel Castro poco después de la entrada
a La Habana para inquirirle: “¿voy bien?”. Como señaló Ernesto Guevara,
fue la pregunta hecha a un hombre que merecía la total confianza del
líder.
El Señor de la Vanguardia, como lo identificaron los cubanos, se
inmortaliza en el imaginario popular por su arrojo, carisma y sencillez.
Editado por Maria Calvo / Radio Habana Cuba
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