Por Jorge Fernández Torres
Son
muchos los debates que se establecen desde la contemporaneidad sobre la
función social del arte en el momento actual, y dentro de ello la
relación que puede existir entre arte y política. En esta encrucijada se
mueve la propuesta de performance Yo Exijo de la artista cubana Tania
Bruguera, continuidad de lo presentado durante la Décima Bienal de La
Habana en el 2009 en el Centro Wifredo Lam y titulado El Susurro de
Tatlin, en que el público, durante un minuto, opinaba tanto sobre
cuestiones que se referían a aspectos internos de la propia Bienal, como
de situaciones que involucraban a la macro sociedad en su conjunto.
Un
elemento a destacar en ese entonces, fue la intervención de la bloguera
Yoani Sánchez, una de las más activas opositoras al Gobierno Cubano,
quien ha recibido cuantiosas sumas de dinero por mantener su estatus de
disidente y que llegó a justificar en entrevistas públicas la guerra de
Georges W. Bush contra Iraq. Aun cuando la obra de Tania Bruguera
suscitara una gran polémica, se desarrolló hasta el final y no fue
interrumpida. La tolerancia distinguió el curso de esa acción.
En
esta ocasión Tania pretende realizar un performance que ya fue hecho en
Cuba como hemos referido, y que en otros países donde ha ocurrido no ha
tenido una segunda edición. En los procesos que suceden en la
actualidad, donde las fronteras entre el arte y la vida son borrosas, no
nos podemos desgastar en las bizantinas discusiones de que si esto o
aquello es arte o no. Pienso que lo que está en juego es el sentido que
tenemos de la ética.
Entre otras cosas, Cuba ha podido negociar
con los Estados Unidos por haber preservado un país sin cometer crímenes
y haber respetado los derechos elementales del ciudadano de a pie. Para
nadie es un secreto la cantidad de imágenes de violencia dura de
personas agredidas y asesinadas en el mundo entero por manifestarse
pacíficamente. Si eso hubiera sucedido en este país, estoy seguro que
íbamos estar en la agenda del Consejo Seguridad de la ONU. Nuestra
estabilidad, a pesar de haber atravesado por situaciones complejas, es
lo que nos ha hecho llegar hasta aquí.
Nosotros hemos tratado de
no agotar el diálogo con Tania Bruguera y sigo pensando que es una gran
artista y que tiene un lugar merecido en las colecciones del Museo de
Bellas Artes de Cuba. En recientes conversaciones con ella, nos ha hecho
saber su desvelo porque el modelo del capitalismo más brutal no se
apodere de Cuba. Sin embargo, le hemos expresado también nuestras
preocupaciones porque se puedan ver involucrados en sus proyectos
personas de una llamada oposición que enuncian las tendencias más
fundamentalistas en la relación con el futuro de la Isla.
Considero
que en nombre del arte y en la búsqueda de una concertación nacional no
se puede generar una plataforma que pueda destruir el sustento ético y
moral de una nación. Este es un país que ha tenido que sufrir muchas
tensiones para defenderse y que entendió muy bien aquella máxima del
escritor cubano José Lezama Lima cuando decía que son tiempos de
salvación y que su signo era una fogosa resistencia.
No es
momento de estimular acciones que puedan derivar en la violencia, sino
de encontrar la paz y el entendimiento. Esto no quiere decir que no se
creen mecanismos para abrir un debate permanente con la participación de
todos los cubanos y cubanas sobre cómo transformar nuestra realidad con
nuevas ideas.
En tiempos donde muchas personas celebran la
normalización de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos
y donde en los barrios se derramaron lágrimas por la liberación de los
tres cubanos encarcelados, no corresponde incitar a un debate del que
pueda emanar una confrontación dañina a los retos por venir. Pensar que
con micrófonos abiertos en la Plaza de la Revolución –desde una aparente
convocatoria a la diversidad– vamos a resolver nuestros conflictos y
diferencias, es un error. Con ello lo único que se lograría es potenciar
tensiones y odio. Abriríamos las puertas a acciones indeseables,
expresión de las frustraciones de aquellos que sienten que el negocio
del que han vivido llega a su fin con las alocuciones de los Presidentes
Raúl Castro y Barack Obama; y podría ralentizar un proceso de
acercamiento que solo comienza.
Cuando uno revisita la Historia
del Arte, la Historia de las Revoluciones y la Historia de la Política,
los intentos del arte en el epicentro de la política solo han logrado
intervenir pequeños espacios, no por ello menos trascendentes. Pero en
estas confrontaciones siempre sobrevive el arte como gesto; aunque
muchas veces se piense lo contrario.
Trabajar el espacio público
conlleva el reconocimiento de regulaciones y el ejercicio de
negociaciones. En ningún lugar del mundo se entrega irresponsablemente.
Tania no puede pedir que Cuba haga algo que no puede hacer en otro país.
Tomado de Cambios en Cuba
Nenhum comentário:
Postar um comentário